Tu hermosa verdad
Si estamos aquí, viviendo vidas humanas, es porque nuestro espíritu cree que es lo que necesitamos para este momento evolutivo de nuestra alma. Hay muchas formas de vida y experiencias entre las que podemos elegir para vivir, sin embargo, decidimos vivir en este hermoso planeta, en estos turbulentos tiempos y coincidiendo con las personas que nos rodean. Todo este entorno material, cultural, familiar y hereditario es justo lo que necesitamos para avanzar.
Obviamente, la Tierra no es el único planeta al que podemos ir. Hay infinitas realidades disponibles para nosotros y cada una ofrece diferentes experiencias, entonces, tal vez la pregunta correcta es ¿por qué decidimos encarnar o experimentar una vida física y finita?
Esta es una pregunta que me ha perseguido desde pequeña, junto con otras interrogantes como: ¿cómo funciona esto de ir y venir? ¿Cómo hay que hacerlo para hacerlo bien? ¿Cómo vivimos sin sufrir? ¿Es posible no venir más, dejar de encarnar? ¿Cómo termina esto, cuál es el objetivo final? Y muchas otras preguntas más.
Mi curiosidad me llevó a integrarme a escuelas esotéricas en donde tuve la oportunidad de aprender muchas cosas respecto a vida, muerte, evolución y reencarnación. Estudié filosofía y religión, y practiqué fuertes disciplinas por muchos años, esperando obtener una especie de iluminación y acceder así a las respuestas que anhelaba mi alma, las grandes verdades universales.
Desde que comencé a trabajar como terapeuta y a percibir intuitivamente la información de cada persona, confirmé que la verdad es única y relativa para cada uno de nosotros. He sentido la necesidad de des-aprender casi todo lo estudiado con anterioridad, para que no obstaculice mi percepción.
Considerando que cada decisión que tomamos y cada juicio que hacemos respecto a nuestras experiencias es subjetivo, único y real, entonces nadie más que nosotros sabe cómo es realmente vivir nuestras experiencias. Lo subjetivo es, entonces, realmente relevante para nuestro crecimiento.
Al final de cada vida, el juicio personal sobre la vida que se acaba de vivir y lo que se percibe como necesario de vivir en la siguiente vida, es lo que en realidad genera el plan para la siguiente encarnación. Así se van construyendo las experiencias y la percepción de quién cada uno es. Por lo tanto, cómo cada uno ve la vida es lo que realmente tiene peso y poder sobre mí mismo. Mi verdad es la que impacta mi realidad.
Todos tenemos una verdad individual, pero también sobre lo que creemos que es verdad para todos. Entonces, según esto, cada religión, filosofía y pensador, está en lo cierto. Esto es interesante, porque no tenemos mucho respeto por las verdades de otros, si no que esperamos que el resto coincida con la nuestra.
Igualmente, buscamos religiones o filosofías para pertenecer, si es que las creencias se ajustan a las nuestras. Pero el pertenecer a un grupo con determinadas creencias, involucra que las otras creencias a las que no pertenecemos estarían, aparentemente, equivocadas.
Sin embargo, la propia verdad es a la que menos atención solemos entregar. Nos interesa mucho lo que ven los otros y vivimos al filo de una personalidad que se ajuste al entorno. Ser uno mismo, sin importar lo que digan los demás, es propio de los atrevidos y parias, rechazados de una u otra forma. El ruido de la sociedad y el exitismo, es igualmente, ensordecedor. Y así, puede que por temor al exilio, dejamos de escuchar esa voz interior, intuitiva y suave, que vela por nuestro verdadero desarrollo y crecimiento espiritual.
Esa verdad en nuestro interior, proveniente de nuestro espíritu, es la que nos trajo a la Tierra, a vivir experiencias necesarias para el crecimiento, experiencias que hemos aceptado voluntariamente. El ejercicio de conectarnos con esa verdad subjetiva y no con la información objetiva del entorno, nos va acercando a la ruta de nuestro espíritu, la que necesitamos seguir y obedecer. Aunque parezca extraña, ilógica y sin sentido, es la hermosa verdad que nos dará paz. ¿Cuál es tu verdad?
Abrazos de Luz,
Carolina