El emprendimiento espiritual
Rock Thomas, emprendedor que admiro, dice que las palabras más importantes son las que siguen después de Yo soy. Luego de una durísima infancia, Rock reconoce que el primer paso para superarse y lograr el éxito en su vida y en sus negocios fue comenzar a redefinir el concepto de sí mismo. Hoy promueve una campaña llamada #iammovement, en español, “movimiento yo soy”, como forma de enseñar la superación de los desafíos del emprendedor, que en realidad, son los desafíos de la vida.
Creo que nuestros espíritus son unos emprendedores. Su emprendimiento consiste en hacer que sus avatars (nosotros) sean felices en medio de la incomodidad de una vida física, mental y emocional. Ser felices es un arduo trabajo en un mundo de duras leyes como las de nuestra dimensión.
Al espíritu le gusta ponerse a prueba en cada vida que diseña y vive, es valiente y acepta cada reto. Es incansable y no le molesta repetir la experiencia hasta que salga bien. Sabe que el tiempo no es real, por lo que no hay apuro en el logro de la grandeza. Quiere amar a todos y no herir a nadie. Sabe que estamos todos conectados y que su crecimiento levanta a todos los demás. Siempre quiere ayudar más, sin embargo, no le gusta el sacrificio.
De acuerdo a lo que he visto con mis consultantes, todo espíritu es exigente a la hora de evaluarse, proactivo, meticuloso y muy orientado al logro de sus metas. Anhela amor y grandeza, que obtiene en cada vida terrenal. Cuando consigue lo que quiere, luego viene por más.
Sus desafíos más importantes, según mi parecer, están escondidos en nuestras actividades diarias y mundanas. Aceptar un trabajo, salir con alguien, acompañar a un hijo, comprar algo, comer, sufrir la enfermedad, son los desafíos que al espíritu le urge vivir. Es ahí donde se ponen a prueba nuestras habilidades más profundas y nuestro crecimiento.
Nuestro emprendedor espíritu ha diseñado con mucho cuidado cada detalle en nuestra vida. Cada persona que nos ha marcado, cada desafío, lugar en el que vivimos, edad y color de piel. Nace con la intención de ser mejor, de crecer, devolver la mano a quien le ayudó antes, pagar algunas deudas tal vez y, por supuesto, coincidir con su grupo cercano: aquellos espíritus con quienes compartimos siempre, nuestra familia espiritual.
En cada detalle, están presentes las experiencias que quiere vivir para el desarrollo de las habilidades que quiere lograr. A veces, los desafíos están claramente planteados para nosotros, sus manifestaciones físicas medio dormidas. Otras veces, nos sentimos víctimas de circunstancias que no logramos traducir. La interacción con el entorno es orgánica, va modelándose de acuerdo a los avances, rediseñando constantemente el futuro.
Una lección aprendida nos lleva hacia una experiencia nueva, con su siguiente lección por aprender. Nuestra situación actual hace un intento por mostrarnos la lección que necesitamos para avanzar, si su intento no es suficientemente claro para nosotros, suele “subir el volumen”.
Independiente de nuestra actitud hacia nuestra propia vida, las lecciones están ahí siempre, detrás de cada experiencia. Ningún encuentro o desafío es aleatorio, cada detalle tiene un sentido, una lógica, la veamos o no. Luego, cada lección aprendida pasa a formar parte de lo que somos, en un sentido profundo, lo que somos espiritualmente.
Así, cada experiencia pone a prueba lo que somos: la sumatoria de todas las lecciones que hemos vivido con todos los aprendizajes logrados en infinitas vidas. Es decir, tu vida actual pone a prueba de qué estás hecho, quiere que tú sepas quién eres, cuales son los valores con los que tú te identificas.
Porque cada espíritu es único y tiene sus gustos y preferencias. No somos una luz que se une a las otras luces sin aportar su propio color. A algunos les gusta la educación, a otros la sanación. Algunos prefieren luchar como soldados por los valores y por los oprimidos, otros prefieren el arte y la naturaleza. Con diferentes tonalidades y grados, cada espíritu tiene su personalidad y es ella la que se manifiesta en un cuerpo físico, mentalidad y emociones.
Ante cada desafío, nos podemos preguntar ¿quién soy? y las palabras que siguen son las que definirán las experiencias futuras. ¿Qué palabras pondrías tú después de YO SOY…?
Abrazos infinitos,
Caro
Nota: Quiero agradecer a mi preciosa hermana Vanessa por enseñarme a escribir pensando en el lector y a cuidar la redacción usando palabras más adecuadas. Y a Marta, por enseñarme a ser precisa, meticulosa y a pensar en que el mensaje sea simple y para todos. ¡Las amo!